La Libertad – Una Solución Pacífica

    La Libertad – Una Solución Pacífica

    En el 2021, el Presidente Francés anunció nuevas leyes contra el “separatismo” religioso con el objetivo de liberar al Islam en Francia de “influencias extranjeras”. Delineó nuevas medidas para “defender la república y sus valores y asegurarse de que se respetaran sus promesas de igualdad y emancipación”. Este artículo es una respuesta a estas nuevas leyes restrictivas, impuestas principalmente sobre musulmanes franceses, negándoles el derecho a expresar libremente su fe, a medida de que enfrentan una mayor presión a “secularizarse” para poder sobrevivir esta dura tormenta de Laïcité que aflige a la nación. 

    Por: Yusuf Islam

    No hay libertad más grande que aquella libertad de ser tú mismo. Pero si la libertad sólo puede ser utilizada cuando se vuelve compulsivamente secular, entonces esto lleva a la encarcelación y la opresión injusta de aquellos que quieren abarcar un lado más espiritual de la vida. 

    Lo que forja la identidad de Francia es, por supuesto, su historia. Entonces, uno no puede entender verdaderamente la esencia de su nación y la política de  Laïcité sin referirse al período revolucionario de la mayor agitación política jamás vivida en Europa a finales del siglo dieciocho: La Revolución Francesa. 

    Yo era un ardiente fan del tema durante mi juventud. La idea de que monarcas ricos, disfrutando en exceso en sus palacios lujosos -a la misma vez que imponían impuestos duros sobre las clases sociales más bajas y trabajadoras- fueran de repente encarcelados, juzgados, y después llevados indecorosamente en un carruaje por las calles a encontrarse con su fin en la guillotina, satisfacía a mi jóven y exuberante sentido de justicia instantánea y Juego Limpio.

    Durante un periodo de dos años, conocido como El Reino del Terror, no fueron sólo los realistas que estaban en la mira de la guillotina, sino que la Iglesia Galicana (conocida también como el Catolicismo Romano) también se convirtió en objetivo. El anticlericalismo se volvió violento y las nuevas autoridades revolucionarias abolieron la monarquía católica, nacionalizaron las propiedades de la iglesia, exiliaron a decenas de miles de curas, y mataron a cientos más. La lista de indeseables se extendía hasta los revolucionarios fundadores. El frenesí por establecer la nueva sociedad ideal significó que una cantidad incontable de ellos terminaron siendo ejecutados por ser el tipo de revolucionarios “incorrecto”. 

    Una vez acabado todo el caos y el derramamiento de sangre, supongo que hubo ciertos resultados positivos en los ámbitos intelectuales y filosóficos. Sin embargo, yo todavía tendría problemas con el uso de la palabra “Ilustración”, ya que implica que el trabajo estaba terminado, y no había nada más acerca de lo cual se podía ser ilustrado. Dicho eso, el concepto de Libertad, Igualdad y Fraternidad fue, sin lugar a dudas, una de las conclusiones más nobles y éticas de toda esta experiencia macabra. Nadie puede dudar de esos principios como una contribución loable al desarrollo de valores civilizados e ideales humanos. Los grandes filósofos de la época de la “ilustración” -criados, por lo general, en Francia y Europa- son testimonio del ambiente creado por esos principios y el impacto que causaron en el mundo.

    La libertad de pensamiento significa la libertad de ver más allá de los límites de la cultura o religión heredada; explorar el universo y las posibilidades científicas para poder expandir los límites del potencial de conocimiento e intelecto humano en una búsqueda común de la Verdad. Sin embargo, la manera en la que ese eslogan es manipulado hoy por los políticos y algunos personajes interesados podría hacer querer volver a algunos de esos filósofos eminentes y empezar una nueva revolución. Como dijo sabiamente Hegel, “Cuando la libertad es mencionada, siempre debemos observar cuidadosamente si no es realmente la afirmación de intereses privados que están siendo designados de esta manera”.

    La protección abundante que existe dentro de la ley francesa moderna para individuos que desean lanzar ataques masivos y abusivos en contra de la gente religiosa, sin una protección balanceada para sus víctimas, es, sin lugar a dudas, una interpretación sádica de lo que alguna vez fue un concepto mucho más noble.

    Partidarios sinceros del laïcité dicen que no implica necesariamente hostilidad del gobierno hacia ninguna religión, asegurando que el secularismo del estado francés está basado en el respeto por la libertad de pensamiento y la libertad de religión. Es fácil concordar con eso, pero es difícil ver como cuadra eso con leyes del gobierno que promueven de manera indirecta libertad sin restricciones cuando se trata de la denigración de las creencias religiosas de un sector particular de la sociedad, o negar a los musulmanes el derecho a cubrirse su cuerpo conscientemente de acuerdo a su fe, o a los cristianos vestir la cruz, o a los niños sijes usar sus turbantes, o niños judíos sus kippas, si así lo quieren. ¿Cómo puede ser posible que eso se considere honestamente como “respeto”?

    ¿Si la prohibición está diseñada para salvaguardar sus libertades, entonces por qué les es negada su libertad de vestirse como quieran? La ley francesa se ha vuelto difícil de entender hoy en día, principalmente porque supone una paradoja que no es negociable: Si vives en nuestra sociedad liberal y secular, y quieres beneficiarte de sus derechos y libertades, debes esconder y encerrar tus convicciones personales y esconder la llave. ¿Cómo es posible tener libertad y encarcelamiento a la misma vez? Esto es, seguramente, como un reloj dañado que no sabe si es medianoche o mediodía. 

    ¿Cómo puede Francia, con toda su sinceridad como miembro de la Unión Europea, vivir con esas dos caras? ¿Cómo puede mantenerse leal a sus principios y libertades, tales y como están plasmadas en la Convención Europea de Derechos Humanos, cuando pasa por encima de estos derechos con una actitud tan indiferente?

    Artículo 9:

    (1) Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho implica la libertad de cambiar de religión o de convicciones, así como la libertad de manifestar su religión o sus convicciones individual o colectivamente, en público o en privado, por medio del culto, la enseñanza, las prácticas y la observancia de los ritos. (2) La libertad de manifestar su religión o sus convicciones no puede ser objeto de más restricciones que las que, previstas por la ley, constituyan medidas necesarias, en una sociedad democrática, para la seguridad pública, la protección del orden, de la salud o de la moral públicas, o la protección de los derechos o las libertades de los demás.

    La verdadera libertad de conciencia logró establecerse como un derecho imprescindible para todos los seres humanos. Esto no significa nada si sólo beneficia y sirve  una persuasión ideológica en particular a exclusión de otras. ¿Es verdaderamente posible que alguien se proclame maestro de la neutralidad si después ellos mismos imponen restricciones sobre la libertad de aquellos cuyas conciencias los lleva a pensar de manera distinta, quienes tal vez creen en realidades metafísicas de una naturaleza Divina, y se conforman a los requisitos de una religión, por sí misma, que representa eso?

    ¿Empezará la República Francesa un movimiento para censurar y reescribir escrituras sagradas? ¿Eso no suena como el argumento original de la libertad de expresión comiéndose su propia cola? Están advertidos, recuerden las palabras de Jesús como han sido reportadas en el Evangelio de acuerdo a Mateo: “Mas ¡ay de ustedes, escribas y Fariseos, hipócritas! Porque cierran el reino de los cielos delante de los hombres que ni vosotros entráis, ni á los que están entrando dejáis entrar.” 

    Con respecto al concepto de un estado neutro y laico, donde todas las personas puedan vivir en paz y harmonía, sin necesariamente estar de acuerdo el uno con el otro sobre el objetivo de la existencia humana, yo no pienso que eso sea una mala idea. Un puente se debe mantener neutral; no pertenecer a ningún lado. ¿Entonces, cómo puede un puente detener a la gente cruzando y permanecer honestamente como su guardián? Una sociedad ideal debería ser un campo abierto para que todos vivan y respiren sin miedo a la violencia o a un antagonismo sin fin. Si algunos lo quieren llamar secular, adelante. Yo no veo nada malo con el concepto de una sociedad verdaderamente “secular”, si se enfoca en temas mundanos; manteniendo la paz y manteniendo la ley y el orden, enjuiciando el crímen y a los criminales. Pero catalogar a la gente como sospechosos e inadaptados sociales porque creen en una religión en particular, en este caso en particular, el Islam – es totalmente ofensivo para la mejor naturaleza e historia de nuestra humanidad común. “No hay tiranía más cruel que aquella que es perpetrada bajo el escudo de la ley y en el nombre de la justicia” dijo Montesquieu. 

    La verdadera libertad permite que haya un balance justo y oportunidades para todos los ciudadanos de una sociedad. Un creyente debería ser permitido -dentro de los confines de la ley civil- utilizar su libertad para expresar su fe en el Ser Supremo, si creen que es verdad. Y aquellos que no creen en Dios y escogen no seguir ningún camino religioso, también deberían ser libres de ejercer su conciencia, si eso es lo que creen, siempre y cuando sea dentro de los confines de la ley y aquello que los primeros filósofos Europeos se esforzaron tanto en definir.

    “La ley es el grupo de condiciones bajo las cuales los deseos de una persona pueden unirse con los deseos de otra de acuerdo a una ley universal de libertad”

    Eso fue algo sumamente profundo que escribió Emmanuel Kant. Su solución no era tan única. Se podría decir que varios líderes y guías espirituales del Camino Divino “llegaron primero”, tanto Jesús como Mohammed. 

    “Trata a los demás como a ti mismo te gustaría ser tratado”

    (Jesús, Hijo de María)

    “Desea para tu hermano lo que deseas para ti mismo”
    (Profeta Mohammed)

    Y de esta manera, llegamos a un destino parecido, coincidiendo con el principio de “libertad universal” para todos mientras se respeten los derechos de los demás. Me sorprendió que la solución se encuentra en el mar abierto: La libertad es como el viento de la naturaleza, soplando aquí y allá y disponible para todos en los vastos mares abiertos de la buena (y de la mala) fortuna. En cuanto al creyente, este lo usa para guiar sus balsas y llevar su barco en la dirección que Dios ha trazado a través de la capitanía de Sus profetas y mensajeros, esperando encontrar el paraíso al final de su viaje. Mientras tanto, para el ateo, este lo usa para guiar su barco en cualquier dirección que lo desee, a cualquier lugar que su corazón quiera, sin preocupación alguna sobre algo llamado el “más allá”. Puede que sea posible, sin embargo, que cuando el clima cambie, y los truenos caigan sobre el océano tormentoso, y ola tras ola se eleve, algunos regresen a su naturaleza original y empiecen a llamar a Dios por ayuda. Como dice el dicho, “Jamás encontrarás a un no-creyente en un barco que se hunde”. 

    Ahora, dejemos eso de lado y volvamos a aguas más tranquilas. Durante condiciones de clima normales, para evitar un choque de botes y un conflicto innecesario en el mar abierto, y permitir libertad de pasaje (y de paso, por razones de conveniencia, el conflicto actual sobre los derechos de pesca entre Francia y el Reino Unido), tiene que haber leyes que protejan la paz y la santidad de toda alma marinera.

    Así que si crees en la libertad, debes tener en cuenta las diferencias y variaciones en su implementación bajo la ley. Si la gente decide dejarse llevar por la mayoría -ya sea que la naturaleza de la mayoría sea religiosa o no- la libertad como tal debería significar protegerla para todo el mundo, siempre y cuando no se pase de la raya y no disminuya los derechos de nadie. Dicho de otra manera por Friedrich Carl von Savigny:

    “El derecho es la regla por medio de la cual se fija la frontera indivisible dentro de la cual el ser y la actividad de cada individuo obtiene un espacio gratis y seguro”

    El beneficio de adoptar dicha postura traería, esperaría, paz a todos los partidos y a gente de distintas posturas. Mientras que el ateo disfrutaría de su libertad de ser dejado tranquilo y no forzado a ir a la iglesia, mezquita, o templo, los creyentes serían igual de libres para alabar dentro de los confines de la ley de la sociedad en la que deciden vivir. Por repetir un verso del Corán acá, ejerciendo mi libertad de decidir:

    No ha de existir coacción en la religión. Ciertamente, lo recto ha quedado separado de lo erróneo (…)” 

    Ahora bien, aunque este debería ser el principio básico, es cierto que ciertos seguidores religiosos y autoridades imponen reglas estrictas sobre el pueblo, las cuales, yo diría, van en contra del principio de esa acomodación tan generosa, proveniente de Dios. Inclusive si hay ciertos imperativos que se espera que los creyentes sigan, una de las máximas de la Ley Divina y guía profética que Dios ha indicado, es que su ley favorece la facilidad y la acomodación:

    “(…) Allah desea para vosotros la facilidad y no desea para vosotros lo difícil (…)” 

    El Profeta instruyó a sus acompañantes cuando visitaban distintas tierras extranjeras, particularmente aquellas de judíos y cristianos, a que invitaran gente a la Unicidad de Dios. Y que, si aceptaban eso, entonces informarles que Dios les ha instruido a rezar cinco oraciones, ofrecidas en un día y una noche. Y que si empiezan a rezar, que les digan que Dios les ha ordenado caridad (2.5% del exceso de la riqueza), que vendría de los más ricos entre ellos y dada a los más pobres. Y que si acceden a ello, entonces eviten quitarles los mejores terrenos a la gente. 

    Y el Corán, nuevamente, acerca de uno de los fundamentos del enfoque universalista hacia distintas creencias y sistemas de leyes, dice:

    Que el pueblo del Evangelio juzgue según lo que Allah ha revelado en él, y quienes no juzguen de acuerdo con lo que Allah ha revelado, ésos se contarán entre los rebeldes.

    Y te hemos revelado el Libro que contiene la verdad y cumple lo revelado antes de él en el Libro, y como guardián suyo. Juzga, pues, entre ellos de acuerdo con lo que Allah ha revelado y no sigas sus malas inclinaciones desviándote de la verdad que te ha sido entregada. A cada uno de vosotros prescribimos una Ley espiritual diáfana y un camino. Y si Allah hubiese ejecutado Su voluntad, los habría reunido a todos en una sola nación, pero Él desea probarlos de acuerdo con lo que les ha entregado. 

    Este artículo de ninguna manera busca silenciar por siempre a los críticos de la fe y cultura musulmana, simplemente busca ayudar a abrir otra ventana a un punto de vista al que no le ha sido dada mucha atención, de una persona que ha intentado mantenerse leal a sus convicciones y todavía cree en el Tren de la Paz. 

    Yusuf Islam, 28 de Julio 2021

    PS:

    Para aquellos que en este punto deseen discutir e ir en otra dirección, reviviendo la controversia de los Versos Satánicos y la acusación falsa de que yo apoyaba el “Fatwa”, les pediría que lean mi breve artículo en mi página web https://catstevens.com/editing-floor-blues/ llamado: “Cat Stevens dijo: Maten a Rushdie. Para aquellos que quieren aún más elaboración respecto al tema, por favor esperen la publicación de mis memorias el próximo año, Dios mediante.