La alianza de la virtud (o prepárate para irte)
A medida que nos abalanzamos desenfrenadamente hacia un Año Nuevo, el pasado parece desaparecer hacia la oscuridad y yo estoy teniendo que lidiar con el hecho de que los oídos de muchos jóvenes nunca han escuchado la canción Yesterday, de Los Beatles. Es un ominoso signo de la edad sorprendiéndote y tocándote al hombro, como un policía que te detiene por conducir demasiado rápido, sosteniendo un balde oxidado y recordándote de tu inescapable mortalidad.
Si ese es el caso, ¿cuánto podemos esperar que también sepan que alguna vez existió un tipo llamado Cat Stevens que soñó con transportar a toda su generación a un mejor lugar con una canción llamada Peace Train? La posibilidad de que estos jóvenes hayan escuchado alguna vez a este tal ‘Cat’ se vuelve aún más remota cuando nos damos cuenta de que decidió convertirse al islam en 1977, hace más de cuarenta años, cuando la mayoría de estos jóvenes ni siquiera habían nacido.
La siguiente imposibilidad ponderable en la lista sería que ellos –al igual que sus padres– hayan tenido acceso a la suficiente cantidad de información sobre el “porqué” decidió saltar del amistoso choo-choo para alinearse con lo que hoy parece como una religión foránea y anti-occidental, decidida a destruir a la civilización así como la conocemos. Yusuf Islam, ¿cómo podemos resolver esta paradoja mientras observamos que día a día aumentan los noticias aterradoras relacionadas a la religión que adoptaste como propia?
Escuchando con detenimiento a Cat y sus canciones de los setenta quizás nos ayude a resolver parcialmente este acertijo. Cuando dejó atónito al mundo del espectáculo al abandonar la fama y el dinero, todo lo que debías hacer era escuchar las últimas palabras de Father & Son donde dice “Hay un camino, y yo lo sé, que me debo ir…” Aún así, esto no explica el verdadero porqué.
Este es el acertijo – y aquí viene la explicación: lo que la gente no sabe es que la estación actual -en la que se bajó este franco artista en busca de paz-, de hecho, se encontraba a cientos de años luz de distancia del mundo (salvaje) que se creó a su alrededor luego de su conversión al islam. Después de haber alcanzado un estado de paz de sumisión a Dios, de haber vaciado su ego, de haber reverenciado ante Él, y de haber aprendido a hacer ayuno y rezar, tan solo había pasado un año cuando estalló la Revolución Iraní que sacudió al planeta. Pronto llegó la guerra de Afganistán, la Intifada Palestina, la guerra Iran-Iraq, la publicación de “Los Versos Satánicos” y el genocidio bosnio. La lista de tragedias siguió su marcha vehemente, pasando por el 11 de septiembre 2001 y todo lo que le siguió, llegando hasta hoy, cuando nos enfrentamos a la crisis mundial desatada por la llegada del ISIS y la omnipresente “guerra contra el terror”, que nos ha invadido y afectado a todos.
Ahora un poco de buenas noticias: habiendo participado recientemente en la Convención para Revivir el Espíritu Islámico en Toronto durante la navidad, debo decir que fue quizás uno de los recordatorios más memorables de la maravillosa religión que yo (en primera persona) descubrí y adopté antes de que llegaran las nubes negras y antes de que cayeran sobre nosotros todas las tormentas de publicidad negativa en contra del islam. Desafortunadamente, muy pocas personas conocen o tienen acceso a las enseñanzas iluminadoras y espirituales de esta religión, pues la mayoría de la atención y el tiempo se dedica a los aspectos más extremistas y radicalizados de la comunidad musulmana. Nadie está diciendo que estos desviados no existen, pero no son para nada representativos (aprox. 0.01%) y se les da una cantidad de cobertura mediática injusta y completamente desproporcionada del valioso espacio mediático, el cual debería estar distribuido con mayor ecuanimidad para cubrir también las representaciones positivas del islam y sus principios éticos.
Aunque el nuevo primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, envió un video-mensaje especial para dar la bienvenida y apoyar el evento, los medios no hicieron ninguna otra mención del evento. Una verdadera lástima. Quizás haya sido porque no hubo amenazas de bomba, escenas caóticas o derramamientos de sangre; pasó como un copo de nieve flotando en la briza, sin siquiera un solo murmullo. ¿Por qué es tan difícil hacer notar las cosas hermosas? Y este es el punto: si el mensaje intelectual – bien intencionado y puro- del islam no se publicita o se promociona, luego el campo es tomado por los beligerantes y quienes desean el Armagedón. ¿Tanto nos cuesta volver a subirnos al Tren de la Paz? Para recordar algunas letras de ese himno: “¿Por qué debemos continuar odiándonos, por qué no podemos disfrutar y vivir el júbilo?”
Fue realmente muy reconfortante escuchar algunos de los testimonios y discursos inspiradores de los bondadosos académicos y estudiosos de esta religión, que nos recordaron de nuestros lazos humanos en común y los nexos hacia la sabiduría que son olvidados tan rampantemente por el paisaje anodino de los reportajes mediáticos actuales. La montaña metafísica de conocimiento y sabiduría de estos académicos espirituales es algo que difícilmente se vea o escuche en algún otro lugar.
Uno de los iluminados académicos occidentales de la Convención, el Dr. Umar Abdullah hizo hincapié en la quintaesencia del eje de todo lo existente: “la verdad es necesariamente coherente; está en nuestro ADN, en tus dientes, en la libélula, en los peces coloridos del arroyo – está en la razón áurea de la geometría.” Remarcó que gran parte del problema de la “ciencia” actual es su separación de la metafísica. ¿Cómo se pueden estudiar la belleza de los intricados patrones geométricos del cosmos, y no reconocer el intelecto increíble del artista detrás de su existencia?
Otro problema que hay es lo poco informada que está la gente con respecto a los factores en común que tienen las raíces del islam, el cristianismo, y el judaísmo. Como artista y músico británico-musulmán, nacido y criado en el núcleo de la cultura y civilización occidental, me resulta muy desalentador. Es por ello que, cuando hablo en público para audiencias de mayoría habla-inglesa, me aseguro de recordarles que el islam abraza con inquebrantable vehemencia y fe a las figuras de Jesús, Moisés, Abraham, y a la mayoría de los profetas y mensajeros del Único e Irrepetible Dios mencionado en la Biblia.
Como en la mayoría de los casos, el problema se encuentra en la naturaleza limitada de nuestra percepción, la cual se ve agravada por el origen de las noticias y la información que obtenemos sobre un tema tan politizado. El significado de la creencia en Dios nos debería llevar finalmente a convertirnos en nuestra versión más humana y caritativa; es un comportamiento ejemplificado por los verdaderos maestros de la fe, los misioneros elegidos por Dios. Como bien dijo El Último Profeta Mahoma, “no es creyente quien se va a dormir con la panza llena mientras su vecino tiene hambre.”
También predijo que llegarían extremistas religiosos cuyas palabras “no recorren mayor distancia que la de su garganta.” El nombre dado a estos radicales en la historia musulmana es siempre el mismo: intrusos (al-khwarij). El Profeta sostenía que lo mejor de un asunto se encentra en el medio, a mitad de camino, haciendo un llamado a la justicia, al balance, y a la moderación. Y esto es exactamente a lo que nos invitaba la Convención; la necesidad de una “Alianza de la Virtud”.
Ya es hora de que las buenas personas del mundo, de todas las creencias y denominaciones, trabajen juntas para beneficiar a la humanidad, a través del conocimiento y las buenas acciones. El centro es donde todos nos podemos reunir; un lugar donde podemos estar muy por encima de la consigna y el caos causado por los radicales religiosos y los soldados de la autoinmolación y la destrucción. Uno de los refranes memorables de un místico musulmán muy famoso, Rumi, viene a la mente aquí: “Más allá de las ideas del mal y la derecha hay un campo… Te encontraré allí”. Dentro de ese espíritu, las palabras de mi vieja canción Peace Train también resuenan:
“Junta tus pertenencias,
Ve y trae a tus amigos también
Porque se está acercando
Pronto estará contigo”
Llámenme Cat o llámenme Yusuf, soy un optimista; un creyente no puede ser otra cosa. Hasta que llegue ese tren, espero que el Año Nuevo sea uno donde verdaderamente nos podamos comprometer de manera resoluta a nuestra humanidad entrelazada; uno donde practiquemos las enseñanzas divinas de los verdaderos maestros y guías, muchos de los cuales tuve el honor de conocer en la Convención de este año en Toronto.
Que la paz sea con ustedes,
Yusuf Islam (Cat Stevens)
Para más información sobre la “Convención para Revivir el Espíritu Islámico”, por favor ir a: http://risconvention.com